En la familia Feyer hay ocho hermanos. El padre de ellos, don Roque, es un hombre que posee una gran fortuna y ha querido ser inmortalizado en una gran estatua de bronce macizo que posee en su jardín. Al cabo de unos años don Roque pintó su estatua de negro, empleando un kilo entero de pintura en la tarea, y después la regaló a sus hijos. Pero cada uno de los hijos deseaba conservar en su casa aquella estatua y, después de mucho discutir, resolvieron fundir el bronce, dividirlo en ocho partes y construirse con él ocho réplicas a escala de la estatua, una para cada uno. Para conseguir mayor parecido con el original también pintaron de negro las ocho estatuillas. En esta vez.
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